La ciudadanía europea se estableció por el Tratado de la Unión Europea de 1992 (Tratado de Maastricht) y su principal objetivo es reforzar y potenciar la identidad europea y posibilitar que los ciudadanos europeos participasen de forma más intensa en el proceso de integración comunitario. No obstante, hasta el año 2009, con la firma del Tratado de Lisboa, no se consagra este concepto que fue posteriormente desarrollado en los arts. 18 al 23 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea: «Artículo 20. 1. Se crea una ciudadanía de la Unión. Será ciudadano de la Unión toda persona que ostente la nacionalidad de un Estado miembro (…)«.
La ciudadanía de la Unión establece unos derechos que se adicionan a los que ya tenían, que a modo enunciativo son: el derecho de libre circulación y residencia en el territorio de los Estados miembros, derecho a ser elector y a ser elegido en las elecciones europeas y municipales de donde se resida, derecho a recibir protección diplomática y consular de cualquier Estado miembro, derecho a petición ante el Parlamento Europeo y derecho de acudir al Defensor del Pueblo, derecho de ponerse en contacto con las instituciones europeas en una de las lenguas oficiales, entre otros.
Alfonso Ortega Giménez: Cuestiones generales sobre el Derecho de la nacionalidad, SEPIN, febrero 2021.